lunes, 24 de abril de 2017

Vivas nos queremos



Salí para el trabajo y no fui,
Salí para la escuela y no llegué,
Salí de baile y me perdí,
De pronto, me desdibujé.
Mis amigos me buscan por ahí,
Los vecinos pegaron un cartel,
En los postes de luz de la cuadra, 
en el subte, en el tren.
Me busca mi hermano, me busca mi madre,
Perdieron contacto ayer a la tarde,
Vino la tele,
Habló mi padre, la red explota y el Twitter arde.
Si tocan a una, nos tocan a todas
¿El femicidio se puso de moda
Y el juez de turno se fue a una boda
Y la policía participa de la joda?
Y así va la historia de la humanidad
Que es la historia de la enfermedad.
Ay, carajo,
qué mal que estamos los humanos, loco.
¡Paren de matar!
Y dicen que desaparecí
Porque estaba sola por ahí
Porque usaba la falda muy corta,
Se la pasan culpándome a mí
Me dijeron que diga que sí
Me mataron desde que nací.
Me enseñaron a ser una esclava
Lava, lava y a parir
De sol a sol, de la noche a la mañana
Me matan y mueren todas mis hermanas.
¡No me toques, chabón!
No tengo ganas
Me matan y se infecta la raza humana
Le temen al poder que de mis ovarios emanan.
Soy esta herida que se pudre y no sana
Me matan y conmigo se muere mi mama
Y así va la historia de la humanidad
Que es la historia de la enfermedad.
Ay, carajo, qué mal que estamos los humanos, loco.
PAREN DE MATAR
NI UNA MENOS
VIVAS NOS QUEREMOS

lunes, 17 de abril de 2017

Llénate de mí

Llénate de mí. 
Ansíame, agótame, viérteme, sacrifícame. 
Pídeme. Recógeme, contiéneme, ocúltame. 
Quiero ser de alguien, quiero ser tuyo, es tu hora, 
Soy el que pasó saltando sobre las cosas, 
el fugante, el doliente. 

Pero siento tu hora, 
la hora de que mi vida gotee sobre tu alma, 
la hora de las ternuras que no derramé nunca, 
la hora de los silencios que no tienen palabras, 
tu hora, alba de sangre que me nutrió de angustias, 
tu hora, medianoche que me fue solitaria. 

Libértame de mí. Quiero salir de mi alma. 
Yo soy esto que gime, esto que arde, esto que sufre. 
Yo soy esto que ataca, esto que aúlla, esto que canta. 
No, no quiero ser esto. 
Ayúdame a romper estas puertas inmensas. 
Con tus hombros de seda desentierra estas anclas. 
Así crucificaron mi dolor una tarde. 

Quiero no tener límites y alzarme hacia aquel astro. 
Mi corazón no debe callar hoy o mañana. 
Debe participar de lo que toca, 
debe ser de metales, de raíces, de alas. 
No puedo ser la piedra que se alza y que no vuelve, 
no puedo ser la sombra que se deshace y pasa. 

No, no puede ser, no puede ser, no puede ser. 
Entonces gritaría, lloraría, gemiría. 

No puede ser, no puede ser. 
¿Quién iba a romper esta vibración de mis alas? 
¿Quién iba a exterminarme? ¿Qué designio, qué palabra? 
No puede ser, no puede ser, no puede ser. 
Libértame de mí. Quiero salir de mi alma. 

Porque tú eres mi ruta. Te forjé en lucha viva. 
De mi pelea oscura contra mí mismo, fuiste. 
Tienes de mí ese sello de avidéz no saciada. 
Desde que yo los miro tus ojos son más tristes. 
Vamos juntos. Rompamos este camino juntos. 
Seré la ruta tuya. Pasa. Déjame irme. 
Ansíame, agótame, viérteme, sacrificarme. 
Haz tambalear los cercos de mis últimos límites. 

Y que yo pueda, al fin, correr en fuga loca, 
inundando las tierras como un río terrible, 
desatando estos nudos, ah Dios mío, estos nudos, 
destrozando, 
quemando, 
arrasando 
como una lava loca lo que existe, 
correr fuera de mi mismo, perdidamente, 
libre de mí, Curiosamente libre. 
¡Irme, Dios mío, irme!

Pablo Neruda

lunes, 10 de abril de 2017

Empecemos por el principio

Nací en Buenos Aires hace muchos, muchos años bajo el signo de Libra.
Si lo que dicen  es cierto, quizás de ahí venga mi gusto por las cosas bellas (los sitios de decoración son los agujeros negros de mis ratos ociosos)  y la indecisión (o no, quién sabe).
Soy licenciada en Administración de Empresas y siempre desarrollé actividades relacionadas a la comercialización y el marketing.
Bastante patosa y con un sentido un sentido del humor horrible; me suelen causar gracia cosas inconvenientes de las que no me río en público porque me da vergüenza.
Leo todo lo que me cae en las manos y escribo desde siempre, pero sin constancia ni sistema.
Prefiero lo salado a lo dulce, la montaña al mar, los gatos a los perros y el verano al invierno.
Creo que nadie recibe más de lo que puede soportar, y que hay que encontrar razones para reírse aun cuando no hay motivos para hacerlo.
Pasada la tormenta esos instantes son los inoxidables.
¡Salud!

Esto también pasará.