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domingo, 16 de mayo de 2021

De a tres. Hoy: tres de acá

A cualquiera que se haya preguntado alguna vez por qué las entradas a veces empiezan con De… (lo que sea) le cuento que la bajada del título del blog en mi mente, por lo menos es De todo un poco, y por eso esto de De (esto y aquello). 

En esa línea se me ocurrió compartir impresiones sobre tres historias que están relacionadas de alguna manera: trama, autores, títulos, etc. 

Arranco la sección con tres de acá.

Estas historias  tienen en común que  transcurren en Argentina  y, además, fueron escritas por gente que no me deja indiferente.

(El título va al perfil en Goodreads).


Juan Solá - Invisible

Hay algo en su forma que me conmueve. 

En esta historia escribe Andrea.
Habla Andrea.
De su infancia y de su presente.
De lo que la marcó, la marca y marca a quienes la rodean.

Dolorosa, cercana, entreverada con relatos, nos muestra las cicatrices de callar.

Habla de personas que la mayor parte del tiempo son invisibles y de cómo lo invisible (que marca más que el cuerpo) se revela y se rebela.

"El papel también oye, pero no juzga, por eso escribimos".


Claudia Piñeiro - Elena Sabe

Creo que esta autora te envuelve desde la incomodidad.

En esta historia somos testigos del día  en el que Elena va a pedir ayuda para investigar la muerte de su hija (iba a escribir que la acompañamos, pero no podemos hacer nada por ella, más que ser testigos incómodos de ese día y de muchos otros).

Con una protagonista que sale de lo habitual, esta historia resulta durísima.

En parte querés leer porque te atrapa y también querés leer para salir de ahí.

Cuestión  que la historia es corta y se termina, pero el desasosiego que causa no se va tan fácil.

“A veces, Elena ahora sabe, la voluntad no alcanza. Rita también lo terminó sabiendo, cree, si es que en aquel lugar adonde fue a parar, aquel donde acabaremos todos, uno por fin sabe”.

Eduardo Sacheri - Ser feliz era esto

La muerte de la mamá de Sofía es el  desencadenante esta historia en la somos testigos de cómo se construye un vínculo familiar entre dos personas que no se conocen.

Conocemos a Lucas a través de la mirada de Sofía y también qué siente Sofía, qué piensa, qué dice y también lo que calla y anhela.


Me encanta el estilo de Sacheri.

Es cercano; sin  florituras ni maniobras para sacarte la lágrima (que te la saca igual) o la sonrisa o lo que sea… y de vez en cuando aparecen  unas líneas que se parecen a la poesía.

Y me encanta.

(Edgardo) “Tiene los brazos cruzados. Como Sofía podrá comprobar en breve, siempre los tiene así. Cuando habla, cuando espera clientes en el kiosco, cuando camina. Ahora, mientras juega, para mover una pieza estira la mano, hace el movimiento y vuelve a cruzarse de brazos, como si ese fuera un nido en el que viven sus manos”.