A cualquiera que se haya preguntado alguna vez por qué las entradas a veces empiezan con De… (lo que sea) le cuento que la bajada del título del blog en mi mente, por lo menos es De todo un poco, y por eso esto de De (esto y aquello).
En esa línea se me ocurrió compartir impresiones sobre tres historias que están relacionadas de alguna manera: trama, autores, títulos, etc.
Arranco la sección con tres de acá.
Estas historias tienen en común que transcurren en Argentina y, además, fueron escritas por gente que no me deja indiferente.
(El título va al perfil en Goodreads).
Hay algo en su forma que me conmueve.
En esta historia escribe Andrea.
Dolorosa, cercana, entreverada con relatos, nos muestra las cicatrices de callar.
Habla de personas que la mayor parte del tiempo son invisibles y de cómo lo invisible (que marca más que el cuerpo) se revela y se rebela.
"El papel también oye, pero no juzga, por eso escribimos".
Creo que esta autora te envuelve desde la incomodidad.
En esta historia somos testigos del día en el que Elena va a pedir ayuda para investigar la muerte de su hija (iba a escribir que la acompañamos, pero no podemos hacer nada por ella, más que ser testigos incómodos de ese día
Con una protagonista que sale de lo habitual, esta historia resulta durísima.
En parte querés leer porque te atrapa y también querés leer para salir de ahí.
Cuestión que la historia es corta y se termina, pero el desasosiego que causa no se va tan fácil.
“A veces, Elena ahora sabe, la voluntad no alcanza. Rita también lo terminó sabiendo, cree, si es que en aquel lugar adonde fue a parar, aquel donde acabaremos todos, uno por fin sabe”.
Eduardo Sacheri - Ser feliz era esto
Conocemos a Lucas a través de la mirada de Sofía y también qué siente Sofía, qué piensa, qué dice y también lo que calla y anhela.
Me encanta el estilo de Sacheri.
Es cercano; sin florituras ni maniobras para sacarte la lágrima (que te la saca igual) o la sonrisa o lo que sea… y de vez en cuando aparecen unas líneas que se parecen a la poesía.
Y me encanta.
(Edgardo) “Tiene los brazos cruzados. Como Sofía podrá comprobar en breve, siempre los tiene así. Cuando habla, cuando espera clientes en el kiosco, cuando camina. Ahora, mientras juega, para mover una pieza estira la mano, hace el movimiento y vuelve a cruzarse de brazos, como si ese fuera un nido en el que viven sus manos”.