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domingo, 9 de diciembre de 2018

Todo esto te daré

Siguiendo en la onda botánica de las últimas entradas:
¿sabían que la gardenia es una variedad del jazmín?
Esto viene a cuento porque el de casa está floreciendo a lo loco y recordé las gardenias de  “Todo esto te daré” de Dolores Redondo.

Todo esto te daré Dolores Redondo
En el escenario majestuoso de la Ribeira Sacra, Álvaro sufre un accidente que acabará con su vida. Cuando Manuel, su marido, llega a Galicia para reconocer el cadáver, descubre que la investigación sobre el caso se ha cerrado con demasiada rapidez. El rechazo de su poderosa familia política, los Muñiz de Dávila, le impulsa a huir pero le retiene el alegato contra la impunidad que Nogueira, un guardia civil jubilado, esgrime contra la familia de Álvaro, nobles mecidos en sus privilegios, y la sospecha de que ésa no es la primera muerte de su entorno que se ha enmascarado como accidental. Lucas, un sacerdote amigo de la infancia de Álvaro, se une a Manuel y a Nogueira en la reconstrucción de la vida secreta de quien creían conocer bien.La inesperada amistad de estos tres hombres sin ninguna afinidad aparente ayuda a Manuel a navegar entre el amor por quien fue su marido y el tormento de haber vivido de espaldas a la realidad, blindado tras la quimera de su mundo de escritor. Empezará así la búsqueda de la verdad, en un lugar de fuertes creencias y arraigadas costumbres en el que la lógica nunca termina de atar todos los cabos.

La historia  va por donde se espera sin ningún vuelco imprevisible, pero las revelaciones están bien dosificadas y eso la hace llevadera.
Me gustó reencontrarme con Galicia en sus líneas; meigas y orballos, la abundancia de la mesa  y el “feísmo gallego” (del cual puedo dar fe porque cruzó el océano de la mano de mi padre.

”esa puta costumbre de hacer todo a medias que tenemos aqui…
sin criterio, ni pedir permisos ni consultar con profesionales”.

Cuando leí esa frase me reí sola  recordando sus trapalladas, (que nunca imaginé fueran una cuestión ligada a la nacionalidad).
Y ahora, al escribir estas líneas, vuelvo a sonreír.