Yo no sabía qué hacer, no me iba a presentar así como así,
y decirle “Ernesto, ¿te doy una mano?”.
¡Qué cercana y divert... qué complicado escribir que un policial es una historia divertida y cercana.
Pero sí, es una historia amargamente graciosa que resulta cercana por cómo está contada.
Y rancia.
Y rapidísima.
Me encanta cómo construye los personajes Claudia Piñeiro. Dos pinceladas y ya sabés quién es malo y quién es peor.
Y ese es el fuerte de una historia: pocos personajes perfectamente perfilados que se contraponen:
Lali, la hija adolescente, y sus conversaciones como historia secundaria (en todos los sentidos).
Inés y sus razonamientos que la llevan a actuar cómo actúa; razonamientos machistas, hipócritas e ilógicos que al mismo tiempo son lógicos y metódicos.
A todo esto, cuánto CSI tenemos encima O.o
Y bueno, el resto.
Es que resto es justo.
Casi no hay descripciones (algo que agradezco) y eso le suma ritmo con todo y divagues.
Una historia corta con giros varios que se lee rapidísimo porque querés saber qué más va a pasar hasta que se termina.
Y se termina y te quedás con ganas saber más todavía y al mismo tiempo te quedás con la sensación de que ya tuviste suficiente.