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domingo, 3 de marzo de 2019

Gabriel Rolón - La Voz ausente.

LA VOZ AUSENTE 
Las cosas no siempre son como parecen, y cuanto más cerca aparenta estar el mundo de cierta calma, mayor suele ser la tormenta que se gesta en lo inesperado. Un rayo acaba en segundos con la ensoñación de Pablo Rouviot después de disfrutar de un concierto de violín de una de sus pacientes: su mejor amigo, José, “el Gitano”, fue encontrado al borde de la muerte en su consultorio con un tiro en la cabeza. Todo parece indicar un intento de suicidio. Pero Pablo siente que no es así: algo en lo más profundo de su ser le dice que la verdad es otra, y una vez más debe jugarse la vida para llegar al grado cero de un presente imposible de poner en palabras. Llevado por un impulso que lo empuja al límite de lo irracional, el licenciado Rouviot, con la ayuda de su fiel compañero, el subcomisario Bermúdez, se interna en una trama incierta, un universo críptico y siniestro, con leyes propias, en el que el develamiento de un secreto familiar lo deja cara a cara con un enemigo oscuro, inteligente y peligroso. Casi sin darse cuenta, se sumerge en una historia en la que deberá poner en juego sus herramientas analíticas para esclarecer la investigación policial, sin sospechar que a cada paso se irá convirtiendo en una potencial víctima. Vértigo, erotismo, juegos riesgosos que tienen a la muerte como protagonista hacen de La voz ausente un thriller psicológico trepidante que genera en el lector sensaciones tan extremas como desconocidas. Un libro que confirma definitivamente a Gabriel Rolón como uno de los narradores más sólidos y efectivos a la hora de bucear en las turbulentas aguas de las pasiones humanas.


Si la historia fuera un vino, diría que tiene cuerpo de thiller, con notas de  teorías del psicoanálisis y filosóficas, envuelto de un bouquet de mitos griegos.
El caracter está dado por las referencias de varios clásicos de la literatura y fue madurado en los rincones de Buenos Aires.

Y diría que me gustó.

Habíamos conocido a Pablo Rouviot y compañía en Los Padecientes y volvemos a encontrarlo tomando más vino que café.

No es que la trama dé un giro totalmente inesperado, pero es atrapante.
Como en el psicoanálisis, la importancia está puesta en las palabras.

Si tengo que poner un pero: es que sea Pablo el que haga tooooodas las deducciones y recuerde, no solo los clásicos, sino sus personajes, circunstancias, etc.

Por momentos degusté más el qué que el cómo.

Pero me dejó un buen sabor de boca.