¿Por qué creemos que la gente cambia? Que podemos hacer que cambien... Que porque "nos quieren" van a cambiar... Que abandonarán viejas costumbres que "forman" su forma de ser... Que los buenos momentos van a continuar... Que no son espejismos... Que las tormentas no van a repetirse... ¿Una vez? ¿Dos? ¿Mil? ¿Cuántas veces caer en la misma situación? ¿Cuándo basta es basta? ¿Cuándo? ¿Cuándo nos hieran de manera irremediable? Como si ya no lo hubieran hecho... ¿Cuándo? Una psicóloga alguna una vez me dijo que piense en piezas de rompecabezas: somos nosotros quienes tenemos que trabajar para modificarnos para evitar calzar así y repetir(nos), ¿una vez, otra vez y otra más? Si tan solo saber fuera lo mismo que poder... ¿Cuándo conseguiremos convertir esos puntos suspensivos en un punto final?
De pajaritos desvelados (o trasnochados) que cantan antes que amanezca. Del sol que arde en la piel. De jacarandás y un "otoño" violeta, púrpura, índigo o morado según la nacionalidad del que mire. De cerezas y cabitos. De jazmines y el verano a la vuelta de la esquina.
En los cuentos que me cuento estamos juntos. Me quiero. Te quiero. Me querés. Nos queremos. No tengo miedo. Discutimos un poco, (no seríamos nosotros si no lo hiciéramos) Nos reconciliamos, nos queremos... Y volvemos a empezar.
Salí para el trabajo y no fui, Salí para la escuela y no llegué, Salí de baile y me perdí, De pronto, me desdibujé.
Mis amigos me buscan por ahí, Los vecinos pegaron un cartel, En los postes de luz de la cuadra, en el subte, en el tren.
Me busca mi hermano, me busca mi madre, Perdieron contacto ayer a la tarde, Vino la tele, Habló mi padre, la red explota y el Twitter arde.
Si tocan a una, nos tocan a todas ¿El femicidio se puso de moda Y el juez de turno se fue a una boda Y la policía participa de la joda? Y así va la historia de la humanidad Que es la historia de la enfermedad.
Ay, carajo, qué mal que estamos los humanos, loco. ¡Paren de matar!
Y dicen que desaparecí Porque estaba sola por ahí Porque usaba la falda muy corta, Se la pasan culpándome a mí Me dijeron que diga que sí Me mataron desde que nací.
Me enseñaron a ser una esclava Lava, lava y a parir De sol a sol, de la noche a la mañana Me matan y mueren todas mis hermanas.
¡No me toques, chabón! No tengo ganas Me matan y se infecta la raza humana Le temen al poder que de mis ovarios emanan.
Soy esta herida que se pudre y no sana Me matan y conmigo se muere mi mama Y así va la historia de la humanidad Que es la historia de la enfermedad.
Ay, carajo, qué mal que estamos los humanos, loco.
Llénate de mí. Ansíame, agótame, viérteme, sacrifícame. Pídeme. Recógeme, contiéneme, ocúltame. Quiero ser de alguien, quiero ser tuyo, es tu hora, Soy el que pasó saltando sobre las cosas, el fugante, el doliente.
Pero siento tu hora, la hora de que mi vida gotee sobre tu alma, la hora de las ternuras que no derramé nunca, la hora de los silencios que no tienen palabras, tu hora, alba de sangre que me nutrió de angustias, tu hora, medianoche que me fue solitaria.
Libértame de mí. Quiero salir de mi alma. Yo soy esto que gime, esto que arde, esto que sufre. Yo soy esto que ataca, esto que aúlla, esto que canta. No, no quiero ser esto. Ayúdame a romper estas puertas inmensas. Con tus hombros de seda desentierra estas anclas. Así crucificaron mi dolor una tarde.
Quiero no tener límites y alzarme hacia aquel astro. Mi corazón no debe callar hoy o mañana. Debe participar de lo que toca, debe ser de metales, de raíces, de alas. No puedo ser la piedra que se alza y que no vuelve, no puedo ser la sombra que se deshace y pasa.
No, no puede ser, no puede ser, no puede ser. Entonces gritaría, lloraría, gemiría.
No puede ser, no puede ser. ¿Quién iba a romper esta vibración de mis alas? ¿Quién iba a exterminarme? ¿Qué designio, qué palabra? No puede ser, no puede ser, no puede ser. Libértame de mí. Quiero salir de mi alma.
Porque tú eres mi ruta. Te forjé en lucha viva. De mi pelea oscura contra mí mismo, fuiste. Tienes de mí ese sello de avidéz no saciada. Desde que yo los miro tus ojos son más tristes. Vamos juntos. Rompamos este camino juntos. Seré la ruta tuya. Pasa. Déjame irme. Ansíame, agótame, viérteme, sacrificarme. Haz tambalear los cercos de mis últimos límites.
Y que yo pueda, al fin, correr en fuga loca, inundando las tierras como un río terrible, desatando estos nudos, ah Dios mío, estos nudos, destrozando, quemando, arrasando como una lava loca lo que existe, correr fuera de mi mismo, perdidamente, libre de mí, Curiosamente libre. ¡Irme, Dios mío, irme!
Nací en
Buenos Aires hace muchos, muchos años bajo el signo de Libra.
Si lo que dicen es cierto, quizás de ahí venga mi gusto por
las cosas bellas (los sitios de decoración son los agujeros negros de mis ratos
ociosos) y la indecisión (o no, quién
sabe).
Soy licenciada en Administración de Empresas y siempre desarrollé actividades
relacionadas a la comercialización y el marketing.
Bastante patosa y con un sentido un sentido del
humor horrible; me suelen causar gracia cosas inconvenientes de las que no me
río en público porque me da vergüenza.
Leo todo lo que me cae en las manos y
escribo desde siempre, pero sin constancia ni sistema.
Prefiero
lo salado a lo dulce, la montaña al mar, los gatos a los perros y el verano al
invierno.
Creo que
nadie recibe más de lo que puede soportar, y que hay que encontrar razones para
reírse aun cuando no hay motivos para hacerlo.
Pasada la tormenta esos
instantes son los inoxidables.